Una noche ardiente de pura verga y coño en La Habana

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Durante mi viaje a Cuba conocí a una mujer gordibuena, de piel canela y mirada que quemaba. Su sonrisa me desarmó y sus movimientos tenían ese ritmo natural que solo se aprende bailando bajo el calor del Caribe. Esa noche, en su pequeño apartamento cerca del Malecón, el aire olía a ron y deseo. Nos acercamos sin palabras, y sus manos temblaban al recorrer mi pecho. Follamos con una intensidad que aún recuerdo: su cuerpo se movía con un compás perfecto, entre gemidos y suspiros que se confundían con la música que llegaba desde la calle. Fue una noche de placer sin prisa, de esas que se quedan grabadas en la piel, como el recuerdo de un secreto compartido bajo la luna cubana. Dejarla con el coño lleno de semen fue lo que mas recuerdo.

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