La nueva vecina se lo tira a escondidas mientras su marido no está en casa

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Esa tarde no pudo resistirse. La nueva vecina, con su enterizo ajustado al cuerpo, se echó en la cama de costado, dejando ver ese culazo redondo y provocador que pedía ser tocado. Él entró al cuarto temblando de deseo, sabiendo que el marido no estaba. Ella solo levantó una ceja y sonrió. Sin hablar, se lo metió con ganas, mordiéndose los labios para no gemir tan fuerte. Cada embestida la hacía arquearse más, sabiendo que era un riesgo… pero eso la excitaba todavía más.

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