La niñera tetona se monta en el sofá y me deja seco

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La casa estaba en silencio y ella, con ese cuerpo desnudo y apretado que no dejaba nada a la imaginación, se estiró en el sofá como si supiera exactamente lo que provocaba. Me senté a su lado, sin decir una palabra, y bastó una mirada para que se subiera encima de mí. Sus tetas enormes rozaban mi cara mientras bajaba la mano a mi verga y se me montaba sin avisar. Gozamos cada segundo: mamadas lentas, montadas intensas, gemidos profundos. Se dio la vuelta en posición reversa y cabalgó hasta que la dejé llena. El sofá quedó impregnado de puro sexo.


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9 mayo, 2025