La mamada que me deja con los huevos vacíos
11.556 vistas
Ella tiene esa mirada cuando se lo propone, cuando quiere hacerme suyo sin pedir permiso. Me empuja sobre la cama, se acomoda entre mis piernas y empieza a chupar con esa boca suya que conoce cada rincón de mí. No se detiene hasta sentirme temblar, como si necesitara vaciarme por completo. Después se sube encima, jadeante, y comienza a moverse con ritmo, con hambre, con placer. Sus gemidos se expanden por todo el cuarto, se agarra fuerte de mis hombros y se corre con una intensidad que me arrastra con ella. No hay nada como sus ganas de sacarme hasta la última gota.









