Upskirt de locos: mi madrastra cachonda sin bragas
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El viento no tuvo que levantar su falda y lo confirmé: no llevaba nada debajo. Mi madrastra se puso traviesa, más caliente de lo que imaginé, y me dejó hacerle un upskirt en pleno balcón, donde el riesgo lo volvía todo más excitante. Sus piernas perfectas, ese culazo redondo y un mechoncito asomando en su coño afeitado me dejaron sin aire. Se giró un poco, me miró por encima del hombro y susurró: “¿Te gusta lo que ves?” No necesité más invitación. Fantasee que me arrodillaba y le besaba la entrepierna con hambre. Su respiración temblaba. Esa tarde, el aire libre fue nuestro escondite perfecto para el deseo.
